Por Barbara Flores G.
El concepto de “Nueva narrativa chilena” se desarrolla al comienzo de la década de 1990, fecha que corresponde al contexto de posdictadura. Esta es una época de: “… persistencia y superación de traumas de un pasado marcado por una dictadura con un afán de ‘disciplina social’ y reorganización de la economía como una manera de alcanzar logros modernizadores” (Pinedo, 124). Llega un largo proceso de transición, en donde se pasa de un régimen totalitario a un proyecto democrático. “… no cuesta imaginar cómo el término de la Dictadura Militar significó una apertura a las expresiones sociales y culturales en Chile, y explica la influencia que este hecho histórico tuvo en las creaciones literarias que surgieron con posterioridad a 1990” (Bertrán y Preller, 12). Es decir, en Chile se inicia un proceso de recuperación de la democracia.
Entre los personajes de este movimiento que más se destacaron cuenta: Alberto Fuguet, Carlos Franz, Arturo Fontaine Talavera, Gonzalo Contreras, Carlos Cerda, Ana María del Río, Pablo Azocar, José Leandro Urbina, Darío Oses, Sergio Gómez, Marco Antonio de la Parra, entre otros. Algunas de sus obras más importantes fueron: “Santiago Cero” de Franz, “Oír su voz” de Fontaine, “La ciudad anterior” de Contreras, “Sobredosis” y “Mala onda” de Fuguet, “Morir en Berlín” de Cerda, “Gente al acecho” de Collyer y “Siete días de la señora K” de Ana María del Rio, por nombrar algunas.
Estos narradores toman distancia con respecto a la tradición del realismo mágico, que aún por esa época era la forma usual para enfrentar una novela. En el entorno más refinado intelectualmente se mantenía la novela experimental, por ejemplo, con Alain Robbe-Grillet. La trama y los personajes se diluían y el protagonista lo admitía con la exploración del lenguaje reflexionando acerca de él. En oposición con ambas tendencias la “Nueva narrativa” descubre cuentos y novelas que buscan ser una literatura que no contiene realismo mágico y, por el contrario, tiene trama y personajes.
El concepto de “Nueva narrativa chilena” se desarrolla al comienzo de la década de 1990, fecha que corresponde al contexto de posdictadura. Esta es una época de: “… persistencia y superación de traumas de un pasado marcado por una dictadura con un afán de ‘disciplina social’ y reorganización de la economía como una manera de alcanzar logros modernizadores” (Pinedo, 124). Llega un largo proceso de transición, en donde se pasa de un régimen totalitario a un proyecto democrático. “… no cuesta imaginar cómo el término de la Dictadura Militar significó una apertura a las expresiones sociales y culturales en Chile, y explica la influencia que este hecho histórico tuvo en las creaciones literarias que surgieron con posterioridad a 1990” (Bertrán y Preller, 12). Es decir, en Chile se inicia un proceso de recuperación de la democracia.
Entre los personajes de este movimiento que más se destacaron cuenta: Alberto Fuguet, Carlos Franz, Arturo Fontaine Talavera, Gonzalo Contreras, Carlos Cerda, Ana María del Río, Pablo Azocar, José Leandro Urbina, Darío Oses, Sergio Gómez, Marco Antonio de la Parra, entre otros. Algunas de sus obras más importantes fueron: “Santiago Cero” de Franz, “Oír su voz” de Fontaine, “La ciudad anterior” de Contreras, “Sobredosis” y “Mala onda” de Fuguet, “Morir en Berlín” de Cerda, “Gente al acecho” de Collyer y “Siete días de la señora K” de Ana María del Rio, por nombrar algunas.
Estos narradores toman distancia con respecto a la tradición del realismo mágico, que aún por esa época era la forma usual para enfrentar una novela. En el entorno más refinado intelectualmente se mantenía la novela experimental, por ejemplo, con Alain Robbe-Grillet. La trama y los personajes se diluían y el protagonista lo admitía con la exploración del lenguaje reflexionando acerca de él. En oposición con ambas tendencias la “Nueva narrativa” descubre cuentos y novelas que buscan ser una literatura que no contiene realismo mágico y, por el contrario, tiene trama y personajes.
La “Nueva narrativa chilena” engendró un público para relatos realistas o neorrealistas y fantásticos, a veces cosmopolitas y contemporáneos, en donde el mundo latinoamericano ya no era tomado en cuenta a partir de lo arcaico y rural. En muchas de las novelas de la época se evidencia la aparición de las formas de vida de la globalización y los cambios, como también las ilusiones y pérdidas, que se dan en una sociedad a medio andar, entre el subdesarrollo y el desarrollo. Puede ser posible que diversos lectores chilenos hayan llegado ingenuamente a estas novelas buscando sentido a lo sucedido en el país con la dictadura de Augusto Pinochet. Por ejemplo, “La señora K” de Ana María del Río se confunde el erotismo con la búsqueda de la libertad. Puede ser también, que el éxito de estos autores haya coincidido con la llegada de la democracia tras la dictadura militar.
Muchos de los escritores formaron parte de un taller literario que lideró José Donoso y que se reformó en un ambiente de formación cultural libre en medio de la dictadura de Pinochet. Este fue el caso de Alberto Fuguet, Carlos Franz, Gonzalo Contreras y Arturo Fontaine, entre otros. En cuanto a la Editorial Planeta, a través del ejecutivo Ricardo Sabanes del escritor argentino Juan Forn y el chileno Jaime Collyer, que trabajaban en la editorial, prueban por una colección de “literatura que se lea” que llevo por nombre Biblioteca del sur.
Lo antes dicho, se opone particularmente a la
literatura del boom, la cual fue un fenómeno literario y editorial que surgió
entre los años 1960 y 1970. Los autores más reconocidos son: Gabriel García
Márquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa. El trabajo de
ellos fue distribuido de forma amplia por todo el mundo, enfrentando y superando
los convencionalismos instaurados en la literatura a partir de obras
experimentales con fin totalizador, además de un marcado carácter político
producido por la situación que atravesaba América Latina.
La “Nueva narrativa” a diferencia de la literatura del
boom no tenía un afán totalizador en lo absoluto, es mucho más localista y
menos universal. Además de esto, el boom latinoamericano se guiaba por la
situación de Latinoamérica y lo introducía en la novela, la narrativa chilena
de los 90 no hace eso, pues trata temas más locales. A pesar de que los
lectores querían refugiarse en la literatura noventera buscando ciertas
respuestas a lo sucedido en la dictadura, la narrativa de la época no trataba
de ello. Los lectores confundían términos, pues aún se encontraban marcados por
una época catastrófica.
Autores: Bárbara Flores
Bibliografía:
Bertrán, Alejandra;
Preller, Jonás. Impacto de la dictadura
militar (1973-1990) en la Nueva Narrativa Chilena. Análisis de casos. Universidad
Austral de Chile: 2001. Disponible en: http://cybertesis.uach.cl/tesis/uach/2003/ffb548i/doc/ffb548i.pdf
Jameson, Fredric. Postmodernismo
o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós, 1991.
Lyotard, Jean-Francois.
La condición posmoderna. Informe sobre el
saber. Madrid: Cátedra, 1994.
Pinedo, Javier. Intelectuales, literatura y memoria en el
Chile post-dictadura. Universidad de Talca: 2001. Disponible en: http://www7.uc.cl/letras/html/6_publicaciones/pdf_revistas/taller/tl49/letras49_intelectuales_javier_pinedo.pdf
Richard, Nelly. Modernidad/posmodernismo: un debate en curso.
Disponible en: http://www.cepchile.cl/dms/archivo_3074_2109/r27_nrichard_postmodernismo.pdf
Rojas, Alejandra. Salvador Allende: una época en blanco y
negro. Argentina: El país Aguilar, 1998.
Schwartz, Jorge. Las vanguardias latinoamericanas. México: textos pragmáticos y críticos, 1991.
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